La mayoría de las personas no tomamos decisiones por impulsos. No me refiero a decidir si pedir una cerveza o un vino cuando el camarero nos pilla de imprevisto. Hablo más bien de esas decisiones que marcarán una dirección en nuestra vida: seguir o dejarlo con nuestra pareja, escoger nuestra profesión, elegir “el” sitio donde vivir o “la” empresa donde trabajar.
Un poco antes de la pandemia, llegaron a nosotros un par de encargos con algunas características especiales:
Uno de ellos se trataba de la reconcepción de un piso del Eixample barcelonés, Uno de los miembros de la pareja sufre parkinson desde muy temprana edad y necesitaba que pusiéramos especial atención al funcionamiento y materialidad de su casa para atender las limitaciones que imponía una enfermedad que avanza sin piedad.
El otro se trataba de una casa al pie de Cornudellas de Monstsant, para una joven pareja filipino-americana, fanáticos escaladores, que habían elegido Alforja como su lugar en el mundo, y acababan de comprar dos hectáreas en el medio del campo, sin ningún servicio urbano a pie del solar.
En ambos casos, las prioridades del proyecto no eran un estilo formal determinado, ni escoger materiales y equipamiento de “tendencia”, ni buscar el mejor precio, ni sacar la mayor cantidad de metros cuadrados posibles…. Aunque todo eso estaba presente, la prioridad principal era conseguir viviendas saludables, que proporcionaran bienestar físico y emocional a sus ocupantes.
Desde siempre hemos entendido la arquitectura como una herramienta para mejorar la vida de las personas, e intuitivamente buscamos conseguir el confort de nuestros clientes a través del diseño del espacio. Pero estos proyectos nos hicieron sentir la necesidad de formarnos más intensamente en conceptos de bioconstrucción, neuroarquitectura y arquitectura bioclimática, en la búsqueda por conseguir resultados más eficientes a la hora de diseñar.
Por todas estas razones, aplicar este giro en nuestro estudio no fue una decisión impulsiva. No obedeció exclusivamente a estos dos proyectos. El interés ha estado presente desde siempre, pero de alguna forma Casa Moon y Alforja nos dieron el empujón final para inscribirnos en el master de Arquitectura y salud de Escola Sert, entre otras formas de adentrarnos en el interesante campo de la arquitectura sana.
Después de tantos años de profesión, seguiremos poniendo interés en hacer una arquitectura equilibrada en todos sus aspectos (formal, funcional, económico, cultural) y sugerente, pero comenzamos a andar un camino que suma matices y ventajas. Y que grita a los cuatro vientos que la Arquitectura sirve en última instancia, para ayudarnos a ser felices. Os dejamos un video de presentación para que sepáis un poco más de que va todo esto.
Gracias Mateo & equipo de Octagón por vuestra implicación en el video. Gracias Terence y Juvelle, Enric y Mieria, (mucho más que clientes) por vuestra generosa participación.